por MANUEL ORTEGA
elheraldo.co
Alberto Gamero, técnico samario del Chicó, se ha ganado el reconocimiento de todo el país por su gran trabajo al frente del conjunto boyacense. De hecho es el entrenador que más tiempo lleva dirigiendo a un equipo en el fútbol colombiano: 7 años.
Es un técnico interesante, sin duda, pero se nota que ha adquirido los mismos vicios de su jefe: Eduardo Pimentel. Cada vez que su equipo no puede ganar la emprende contra el árbitro, contra el rival, contra todo aquello que sirva para justificar el hecho de no haber podido conseguir el triunfo.
Ayer, contra Junior, no fue la excepción. Gamero sacó a relucir que hace una semana Leonel Álvarez —técnico del Cali— acusó de teatrero y quemador de tiempo a su arquero Andrés Saldarriaga y que lo mismo había hecho un equipo como Junior cuya nómina vale mil millones de pesos.
¿Ahora nos va a salir Gamero a decir que cuando él o Pimentel jugaban nunca hicieron tiempo? ¿O si el equipo que ahora dirige va ganando y faltan pocos minutos para el final del partido no va a mandar a sus jugadores a quemar tiempo? Eso, aunque no nos guste, hace parte del fútbol. Y si Junior lo hizo ayer, el Chicó, con seguridad, lo ha hecho cuando lo ha necesitado.
Gamero también se quejó de la jugada de gol que tuvo Junior en los últimos minutos en los pies de Toloza. A juicio del entrenador samario hubo fuera de lugar del delantero del Junior que no fue sancionado.
Es una pena que el gran trabajo realizado por Gamero en todos estos años en el Chicó se vea opacado por sus quejas constantes contra los que imparten justicia o contra los adversarios.
Y llama la atención que cada vez que se enfrenta al Junior nunca reconozca los méritos del equipo Tiburón. ¿Será que aún no ha asimilado que la eliminación a manos de este en el segundo semestre de 2011, en aquella serie marcada por la agresión a un árbitro en Tunja?
Junior se esforzó ayer para sacar un buen resultado en la capital boyacense, una plaza tradicionalmente difícil para los rojiblancos, aunque Gamero piensa que sus rivales allá tienen que ir a regalársele.
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