Por HUGO ILLERA
Diario Deportes
Duele caer así, pero así caen los valientes. Con el corazón palpitando a millón, corriendo, plantando el alma en el terreno de juego, derribando muros infranqueables, tomando el lugar del compañero herido, envueltos en la bandera rojiblanca, imponiendo ley, callando los gritos, silenciando a la tribuna. Junior fue todo eso y más ante un Nacional que, en esta serie, fue inferior al equipo Tiburón que le puso condiciones, que le ganó aquí, que le remontó allá hasta cuando el gol de John Valoy cambió la historia cuando ya no estaban ni Edinson Toloza ni César Fawcett por lesión y cuando la diosa fortuna había cambiado de horizonte. Toloza fue el gran dolor de cabeza de Nacional y Fawcett les había limitado a Edwin Cardona sin permitirle generar fútbol, ni levantar centros. Esas ausencias cambiaron el rumbo de una historia que estuvo a un minuto de un final feliz. O tal vez fueron los pénales que no pitó Luís Sánchez en el primer partido o la tarjeta amarilla inexistente que le mostró al Pecoso Correa que completó tres o tal vez, para algunos, los cuatro minutos de adición de Imer Machado en el juego de anoche que parecieron exagerados.
Por supuesto que duele caer así, en el instante final pero hoy, con seguridad, la prensa estará hablando del Junior más que de Nacional. Como hablaron anoche. De la disposición táctica, de las ganas, de la entrega, del sufrimiento de Nacional en los 180 minutos. Con seguridad, este campeonato logrado ante Junior no lo olvidarán jamás. Más por el Junior que por el propio Nacional.
Anoche muchos entendieron lo que significa el Junior para su hinchada, para la costa caribe, para Barranquilla. Junior es un sentimiento genuino, real. Aquí no se enseña a ser Juniorista, aquí se nace Juniorista. A ningún extraño se le enseña a amar los colores rojiblancos, ellos se prenden, se enamoran irremediablemente de ese sentimiento. Ese que sale del alma.
Por eso, hoy con las lágrimas secas, con el dolor dejado de lado, el Juniorismo volverá a ver el sol radiante, nuestro equipo es un ejemplo, un paradigma de fútbol bien jugado, de disciplina táctica bien llevada y de coraje y hombría a toda prueba.
Los mejores tiempos están cerca. Hay una base de jugadores importantes. Vendrán otros a reforzar. Volverán otros que ya estuvieron y que la hinchada los extraña. Dicen que Junior quiere regresar a Macnelly Torres. Comesaña, Pinillo, Pacheco, Gesto y Gaitán sabrán reforzar lo bueno, desechar lo malo y armar un cuadro que le siga dando lustre a una historia honorable como la del Junior. Una historia de triunfos y estrellas, de tropezones y levantadas, de fútbol, ganas y corazón. Una historia escrita por todos con letras salidas de lo más profundo. Con risas o con llantos. Con sufrimientos y alegrías. Con amor rojiblanco genuino, ese que no se enseña, ese que nace en la entraña materna, o se aprende viendo las gestas de un equipo que no solo es un equipo de fútbol sino un sentimiento que sale del alma…