Por Hugo Illera
Diario Deportes
Hablé con Julio Comesaña en pleno festejo del Junior en el camerino. Al fondo logré escuchar los gritos alborozados de los jugadores. Cerca a Comesaña escuché las voces de David Pinillos y Víctor Danilo Pacheco. A través del teléfono le grité: ¡perro viejo…!!!. Comesaña no paró de reír. Se rió a carcajadas. Después me confeso algo digno de comentar, así cometa una infidencia. Lo de perro viejo fue por la sorpresa de cómo diagramó el partido ante Millonarios. De cómo paro a su equipo en el terreno de juego. Es que nadie supo, anticipadamente, qué haría el equipo barranquillero en Bogotá. Tamaña sorpresa nos llevamos todos comenzando por Juan Manuel Lillo, DT de Millonarios. Comesaña nos comentó que solo habían trabajado una hora, la tarde del viernes a puerta cerrada, en el Metro. Fue una idea craneada, montada y ejecutada de manera rápida y eficaz. El 1-5-3-1-1 o 1-5-3-2 o el 1-5-4-1 que vimos en la dinámica y desarrollo del partido no fue esperado por nadie. La sorpresa fue para Lillo, sus jugadores, los aficionados y el periodismo. El fútbol es defensa y ataque luego no está prohibido montar esquemas defensivos eficientes como el que presentó Junior la tarde-noche del domingo en El Campín. La diferencia es la eficiencia. Una cosa es defenderse a ultranza, de punta y para arriba o para cualquier lado que hacerlo con un orden táctico, con tenencia y manejo, y con administración de la parte física por cuanto se jugó a 2.600 metros de altura. Es que Junior hizo un trabajo en combo que incluyó todo eso sin renunciar a atacar a través de Vladimir y Toloza.
Comesaña, Pinillos y Pacheco utilizaron un arquero (Viera), cinco defensores (Jossymar, Vanegas, Correa, Tesillo y Fawcett), tres volantes de primera línea (Narváez, Celis y Ramírez), un media punta (Vladimir) y un punta (Toloza). A partir de ese 1-5-3-1-1 Junior fue un equipo corto, con bloque sólido, con rapidez en recuperación y administración de balón. Y sin renunciar al ataque pues, si bien no fue constante, hubo aproximaciones con Vladimir y Toloza.
Ese accionar del Junior llevó a Millonarios a entrar en una nebulosa que los dejó sin claridad. Dayro, desconectado de Candelo y Vásquez, se alejó de su zona de influencia tirándose a las bandas o pateando en la media distancia. Solo una vez fue peligroso reventando una pelota contra el larguero. De resto, ineficiencia total. El circuito ofensivo de Millonarios, tan bien dotado fue anulado totalmente. No tuvo solución en 90 minutos y, cuando llegaron los tiros libres desde el punto penal para encontrar al finalista, Millonarios sintió la presión de ser local. Y esa presión le pesó. Y bastante.
De igual manera, cuando Millonarios pudo ensayar en la media distancia, Sebastián Viera volvió a ser grande aun arrastrando un problema muscular en sus piernas que le valió jugar vendado. Por eso en los primeros lances tuvo dos acciones en que se evidencio que algo tenía. Después se olvidó de todo y hasta tuvo arrestos para patear un lanzamiento.
Por eso le dijimos perro viejo a Comesaña. Es que el perro viejo muerde sin avisar y el pobre Lillo pasó a su lado en pantaloneta. Peor.
El Junior de hoy es parecido a los Junior de antaño dirigidos por Comesaña y de los que formaron parte, alguna vez, Pinillos y Pacheco. Hay fútbol con ganas, corazón y buena autoestima. O jerarquía para ser académicos.
La vida te da sorpresas, canta Rubén Blades. El fútbol también, cantó Junior en Bogotá…
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