Góber Briasco, ‘Cafú’, para los seguidores del Junior, integró los equipos campeones de 1993 y 1995.
De la parrilla de una de las tantas motos que inundan las calles de Magangué (es impresionante, aparecen aquí, allá, en todos lados), Góber Briasco hace la pregunta del millón: “¿Hay boletas?”.
El recordado exfutbolista magangueleño, dos veces campeón con el Junior en 1993 y 1995, también busca en Juancho Sports, uno de los expendios oficiales, entradas para el clásico que se disputará hoy en su tierra.
“Para mí es un motivo de orgullo que Junior juegue en mi pueblo, la gente de acá quiere mucho al equipo. Somos junioristas desde la cuna”, dice Briasco tras despedirse del mototaxista.
Cafú, como le decían irónicamente en Barranquilla hasta sus propios compañeros, sabe lo que es triunfar contra viento y marea en una plaza tan difícil y hasta cruel como La Arenosa.
Sin tener la exquisitez de un lateral brasileño, Briasco se consolidó con los Tiburones y alcanzó a dar dos vueltas olímpicas, un lujo que pocos se pueden dar.
“Todos los años me llevaban tres jugadores, pero nunca jugaban, se ganaban la plata gratis porque yo los sentaba”, dice orgulloso Góber, que sigue en la movida del fútbol como entrenador de su propia escuela, donde forma jugadores para ofrecerlos a los equipos profesionales.
“Tuve la fortuna de jugar siempre, era de los que más aparecía en la planilla cuando repartíamos los premios… Lo de Cafú era una mamadera de gallo de Mackenzie (Oswaldo)”.
Conocedor de lo duro que resulta llenar el fino paladar de la hinchada del Junior y ganarse su corazón, Briasco se atreve (y tiene la autoridad) a enviarles unos consejos a los nuevos jugadores rojiblancos.
“Junior está bien reforzado en todas sus líneas, pero triunfar en este equipo no es nada fácil. La afición barranquillera es la que más exige en Colombia y el jugador que no está bien anímicamente, no funciona allá”.
Góber Briasco dice que logró sobreponerse a los cuestionamientos y a la animadversión de parte del público gracias a su fortaleza mental.
“El jugador cuando es profesional tiene que entrar a la cancha a ser el mejor, el número uno en su posición, por eso nunca tuve problemas. Tampoco hay que oír mucho al periodismo porque así como te alaba, te arrastra. No hay que sacar pecho cuando elogia o achicopalarse cuando critica. Hay que entrar a la cancha agrandado, pero para hacer las cosas bien, no para irrespetar al contrario”. RCV
MAGANGUÉ
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