jueves, 17 de febrero de 2011

Una aventura terrestre y pasión rojiblanca de Colombia a Perú



Duermen donde los agarre la noche. Se transportan en lo que se apiade del dedo pulgar. Comen lo que salga más barato. Lo único que les sobra a Óscar Zayas, Josymar Parra, John Ramírez y Mario Ortega Torres es amor hacia al Junior.

Los cuatro jóvenes, integrantes de la barra de Los Kuervos, viajaron durante diez días por vía terrestre para apoyar al conjunto rojiblanco en el juego de hoy contra el León de Huánuco.

La aventura, que para muchos es locura pura y para ellos es pasión por el Tiburón, arrancó el 4 de febrero en la estación de buses de Brasilia del barrio Simón Bolívar. Fueron más de 12 estaciones antes de llegar a Lima donde el martes recibieron al Junior en la puerta del hotel Meliá.

Los barristas mostraron a la llegada de Óscar Quintabani y sus muchachos un extenso trapo rojiblanco de unos 12 metros que tiene estampado un mensaje que los cuatro cumplen a cabalidad: “Donde estés estaré”.

“Esto sí es pasión loco, amor por el Junior, vamos a donde vaya papá”, dice Josymar Parra, de 24 años de edad.

Mario Ortega Torres, de 25, sobrino de la periodista Luzmila Torres, estima que cada uno se ha gastado entre 500 y 600 mil pesos colombianos, a pesar de que han procurado ser austeros y economizar lo más que se pueda.

Hicieron escala en Honda (Tolima), Ibagué, Armenia, La Tebaida, Cali, Rumichaca (frontera de Colombia con Ecuador), Tulcán, Quito, Guayaquil, Guaquiya (frontera de Ecuador con Perú), Tumbes, Chiclayo, Trujillo y Lima. “Y todavía falta ir a Huánuco (que está a 415 kilómetros de la capital peruana)”, dijo el martes Óscar Zayas, el menor del grupo con solo 22 años y que asegura ser el líder de Los Kuervos, que surgió como una disidencia del Frente Rojiblanco de Sur.

El mayor del combo, John Ramírez, de 28 años, cuenta que se han desplazado sin pasaporte, sólo con el papel del DAS apostillado y mostrando la Tarjeta Andina. En sus bolsillos guardan los recibos de los buses que han tomado, en sus memorias los traslados gracias a un buen samaritano que se detuvo ante el dedo pulgar, la buseta vieja y destartalada que los trasladó desde la frontera peruana hasta Tumbes, la mototaxi que los llevó a otro punto en esa misma zona y todas las anécdotas de esta aventura realmente disparatada para algunos, emocionante para otros.

En Lima se instalaron en una pensión del centro antes de emprender el viaje a Huánuco (lo hicieron ayer). Los cuatro esperan que los jugadores le colaboren en lo que resta del paseíto que ya acumula más de 10 días y no ha terminado. Pica y se extiende el ‘roletazo’. “De fly (en avión) sólo se van los pupis”, dice Zayas.

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