jueves, 2 de junio de 2011

Pinto, a quitar caretas



por HUGO ILLERA
DIARIO DEPORTES

Todos estamos esperando a Jorge Luís Pinto como un sargento tropero del ejército cuando en realidad es un director técnico de fútbol. O, para ser más realistas, Pinto deberá venir a ejercer ambas funciones. La de un sargento que discipline a la tropa y la de un técnico que levante al Junior. No será fácil y Pinto debe saberlo. Hace mucho tiempo que Junior dejó de ser un equipo de fútbol profesional para volverse un grupo de estudiantes recocheros con todos los problemas sociales y sicológicos habidos y por haber. De un tiempo acá hemos comparado al Junior con un night club, con una casa de citas y hasta con una novia loca. El desorden de unos pocos (adictos al alcohol y a la noche irredentos) ha sido prohijado y amparado por el silencio de los muchos. En el plantel no son unidos para ganar pero si lo son para tapar y hasta para hacer echar a técnicos cuando no los quieren o cuando, simplemente, los ha denunciado públicamente. Esta vez, el pulso jugadores-técnico no va a ser tan fácil para los desordenados, para los dueños del mundo, para los divos del plantel. Pinto es jodido, es un hueso duro de roer. Con Pinto juega el que esté mejor, el que se prepare bien, el que corra, el que quiera triunfar, llámese como se llame, gane lo que gane. Le importa un bledo. Con él juegan los que rinden y punto. Y en su alineación juegan los disciplinados tácticos. Aquellos que se paran en una parcelita en el terreno de juego, los que esperan que les lleven el balón al pie y no corran, metan, suden, y no cumplan con los movimientos estratégicos adecuados, no tienen cabida y punto.

Por ello, creo que una de las cosas que hará Pinto, junto a Antonio Char y la Junta Directiva, es mirar la lista de los 30 jugadores que se inscribieron en la Liga Postobón I y mirar todo: el rendimiento, los partidos jugados, la producción y su comportamiento disciplinario.

Con base a todo ello, que Pinto decida. Y los jugadores también. A Pinto no le tiembla la mano para sacar a aquellos jugadores que no suman sino que restan. Entonces, el que no quiera, el que ame más la noche que al fútbol, el que gana mucho y rinde poco, el que no puede disciplinarse con el tema del alcohol, es mejor que renuncie. Que por una sola vez sean honrados con el Junior y la hinchada y que se vayan.

La afición, y me imagino los dueños del club, está mamada de tanto rollo, de tanto bembé, de tanta noche, de tanto borracho, de tanto espectáculo denigrante.

Que la llegada de Pinto sirva para hacer una asepsia total al entorno del club. Que se vayan los amantes de la noche, los chivos negros que destilan testosterona en lugar de sudor y buen fútbol, los que fingen estar enfermos cuando lo que están es enguayabados y que se termine con los vomitadores del monte los días lunes.

Que no piense el plantel de jugadores que se fue Quintabani y con él se fue el culpable. No señor. El desastre deportivo y económico sufrido recientemente es de dos vías o de doble culpabilidad: técnico y jugadores. Así que nadie vaya a escurrir el bulto.

Claro que hay honrosas excepciones de jugadores que rindieron de principio a fin. Lástima que esa lista, que encabeza César Fawcett con todos los merecimientos y buena voluntad, sea tan corta.

En la última experiencia, con Quintabani, hubo jugadores que fueron un desastre, otros desordenados, otros que miraron para otro lado y se hicieron los pendejos y otros (los pocos repito) que corrieron siempre como si Junior estuviera peleando título cuando, en realidad, estaba hundido en los últimos lugares.

Vamos a quitar caretas. Que nadie le oculte nada a Jorge Luís Pinto. Que el nuevo técnico sepa todo y comience a barrer y a desinfectar hasta el último rincón de la casa Junior. Es urgente, es imperioso, es ahora o nunca, antes que sea demasiado tarde y volvamos a vivir el escarnio de estar a las puertas del infierno del descenso.

Pinto, limpie la casa. Recuerde que en Junior, históricamente, el que se va es el técnico…

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