sábado, 5 de junio de 2010

Diego Édison Umaña, DT de Junior, y su corazón valiente


El corazón del técnico resultó ser mucho más fuerte de lo que mostraban sus problemas de salud, que casi lo hacen abandonar del todo el fútbol.
No solamente no se fue, sino que en año y medio ha logrado lo que no había podido hacer en sus primeros 21 años de carrera como entrenador: dar dos vueltas olímpicas como director técnico. La primera fue en el Finalización 2008, con América. La segunda, al frente del Junior de Barranquilla, que se quitó la frustración de la derrota hace un año frente al Once Caldas y logró, después de un lustro y medio, su sexta estrella.

Nacido el 12 de marzo de 1952, comenzó su carrera en el fútbol en los alrededores de la cancha del Pascual Guerrero, como recogebolas del Deportivo Cali. Pero su talento con el balón lo llevó, muy rápido, a entrar al campo de juego.

A los 19 debutó con la camiseta verde, el 8 de diciembre de 1971, en un partido frente al Quindío, en Armenia.

Ya comenzaba a destacarse, no solamente por su fútbol, sino por el peinado afro que lo acompañó en sus 15 años de carrera, y que lució, muy orgullosamente como jugador del Bucaramanga, Millonarios y Santa Fe.

Sus estadísticas dicen que marcó 94 goles. No muestran cuántos les puso a goleadores como Abel da Graca, Arístides del Puerto, Enrique Villalba, Wílmar Cabrera o Hugo Gottardi, beneficiarios directos de sus milimétricos pases.

En 1986, Umaña colgó los guayos, pero desde diez años antes sabía que iba a ser técnico, cuando el preparador físico del Cali, Julio Gioscia, le regaló un libro de táctica.

Reemplazó a Francisco Maturana en el Cristal Caldas, en 1987, y mantuvo su línea de buen juego. Estuvo cerca de ser campeón con Santa Fe en 1988 y al año siguiente quedó de primero en la Copa Colombia, que entonces era sólo una fase del campeonato.
Pero pocos días después de ese logró, se fue del equipo luego de una huelga.

Tuvo varios pasos por el América, con un subcampeonato de Copa Libertadores y un subtítulo en el rentado nacional. Pasó trabajos en Centauros y Millonarios y, al frente del Quindío, el 23 de mayo de 2006, le esquivó una cita a la muerte.

El corazón de Umaña resultó ser demasiado fuerte. Porque logró superar la frustración de perder la final del Apertura-08 con Boyacá Chicó para luego recibir dos premios: la tan postergada estrella con el América un semestres depués, cuando venció al Medellín tanto de local como de visitante, y ahora, con solamente seis meses de trabajo, el sexto título del Junior, en una reñida final con Equidad.

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