sábado, 5 de junio de 2010

Y por fin, la Sexta Estrella Junior, puro sentimiento caribe


…lo que vino después del gol de Bacca fue un cúmulo de cosas, de sentimientos mostrados, de llantos incontrolados, de abrazos eternos, de corazones a millón, de gargantas en gritería sempiterna, la gloria tocada con el alma...

Son las 4:24 de la mañana y aún estoy oyendo a Ramiro Jiménez, Ricardo Ordóñez y John Romero “desgañitándose” cantando los goles del Junior campeón por Emisora Atlántico, Diario Deportes y Radio Curramba. He visto el master de las estadísticas y aún hay 4.276 personas “pegadas” en Internet. Los hay de todas partes del mundo. He vuelto a escuchar el Carrusel Caracol. Allí con César Augusto Londoño, Tato Sanin, Jair Mosquera, José Hugo Illera, Guillermo Ruiz, Tuto Camargo, Rafael Sanabria, Lalo Chávez y Juan Sebastián hicimos una transmisión emocionante. Aún oigo a mis vecinos con la música del Junior, a todo volumen, y cantando el coro de ¡Junior, Tu papá, los demás valen (…).Recibo un mensaje impublicable del Pipe Sabbagh, desde Barcelona, no ha dormido en toda la noche y teme que los vecinos lo echen del edificio por repetir y repetir los goles a todo volumen. He visto esos goles del Junior en video, las tensiones en la tribuna, la alegría del festejo, la cara de los jugadores, de los directivos, de los aficionados y del Alcalde Alex Char. Junior no es solo un equipo de fútbol, es un sentimiento, es parte integral de la cultura caribe. Por eso en Barranquilla los segundos equipos siempre fueron efímeros. Aprendimos la lección. Fuimos humildes al Metro y salimos grandes. Entramos al juego como subcampeones y salimos campeones. No fue fácil, hubo tensión, comida de uñas y hernias. Fue un parto difícil, pero feliz.

Junior no jugó un buen partido. Comenzó como una tromba, hizo dos goles, se sintió campeón y después perdió la pelota, se desordenó y no encontró el norte. Equidad se montó en el juego, dominó aunque no tuvo la profundidad ofensiva que se necesita para ser campeón.

Después, en el segundo tiempo, cuando Equidad hizo su gol a los dos minutos, el tema se volvió más tensionante. Junior no tuvo el balón y sin el balón no se puede jugar. Sin balón no hay G10vanni, sin G10vanni no hay Bacca, sin Bacca no hay gol. Pero si hay angustia, stress y merma física cuando hay que correr y correr para buscar el balón que tenía el contrario.

El gol de Bacca, ese de retruque, ese sorpresivo pero bonito, ese de “leche” como dijeron algunos, fue el éxtasis, fue la gloria, fue la explosión de ese sentimiento atragantado que se tuvo toda la noche.

Lo que vino después fue un cúmulo de cosas, de sentimientos mostrados, de llantos incontrolados, de abrazos eternos, de corazones a millón, de gargantas en gritería sempiterna, la gloria tocada con el alma.

Mi hija Andrea me preguntó por el Blackberry: ¿Papi, y qué sientes?. Le contesté éxtasis, amor, felicidad, todo junto. Y le dije: te amo.

Todo eso y más es Junior. Hay mucha gente, que desconoce al ser caribe, que no puede entender las manifestaciones de los nacidos a orilla del mar. Pero eso somos, genéticamente libres, genéticamente francos, genéticamente emotivos.

Somos eso, corazón, sentimiento, humanidad a flor de piel. Por eso en las parrandas lloramos, por eso aún bailamos boleros, por eso, cuando suena un tambor, bailamos como si fuera el último baile de nuestras vidas.

Son cosas que se llevan en los genes y en el alma. Lástima que mucha gente, en pleno siglo XXI, aún no entienda lo que es ser costeño del caribe, la tierra del realismo mágico y de Junior, Tu Papá.

Aún resuenan en mi cabeza todo ese torbellino de emociones y oigo a Lizzie, mis ojos, mi guía, mi amor, decir que este madrugón vale la pena porque es el primer título que cubrimos para DIARIO DEPORTES. Pienso entonces que esto es la vida, que a veces trae tanto vértigo que queremos bajarnos de ella, pero no podemos.

Y mientras Barranquilla y el mundo juniorista danza alrededor de un título, del sentir de una ciudad, de las nostalgias por estar aquí, por volver, por ver al Junior en su estadio, grande, campeón se me arruga el alma porque se que todos los que están fuera de aquí, incluyendo a mis hijos, tienen que aguantar los gritos que estuvieron dando acá, en este tierra bendita a la que amamos sin fronteras, con un amor insondable, con un amor rojiblanco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario