miércoles, 23 de junio de 2010

¿Está nerviosa Europa?


Por Gabriel Jessurum

Caminaba por Nelson Mandela Square cuando veo que viene Arsene Wenger, director técnico francés, que dirige desde hace varios años al Arsenal de Inglaterra. Al acercarme me dijo: “No puedo atenderte estoy al teléfono”. Inmediatamente 3 hombres que estaban con él, me intentaron apartar. Seguí caminando detrás de Wenger, esperando que colgara el teléfono y cuando lo hizo, volví a insistir: “No. No voy a hablar contigo. N y O, NO”, me dijo levantándome la voz. Enseguida los asistentes comenzaron a increparme y decirme que los dejara solos…como si me interesara en algo hablar con ellos. Lo siento, señor Wenger, pensé. Usted puede ser un gran técnico, pero en cuestión de mundiales, “nadita nada”.

Dos horas después me encuentro con Óscar Ruggeri, campeón del mundo con Argentina en 1986, quien sin ningún reparo me da la entrevista y afirma: “En este momento, Suramérica está mejor que Europa, mira las campañas. Lo está demostrando aquí y lo comprobamos cada año, porque pidamos el dinero que pidamos, siempre terminan llevándose a nuestros jugadores”.

Camino un poco mas y me topo con el brasileño Edmundo, quien me dice: “Estamos demostrando que Latinoamérica no solo es Brasil y Argentina, cada equipo que ha jugado mostró muy buenas cosas. Paraguay, Uruguay, Chile y México están haciendo tareas importantes. Creo que vamos a estar arriba, en lo más alto”.

Pocos minutos después, veo al alemán Jurgen Klinsmann, por supuesto rodeado de ayudantes: “No voy a hablar”, me dice. “Ustedes los periodistas siempre están molestando”, afirma uno de sus colaboradores. Klinsmann me manotea comunicándome que me vaya, mientras el asistente número dos me comenta: Él Míster está ocupado, por favor váyase”. Sonreí recordando, que el gran Klinsmann por más que lo intentó, no pudo hacerle un gol a nuestro René Higuita en aquel mítico partido de 1990.

Sorpresa. Los europeos, los reyes de los modales y la elegancia me habían tratado bastante mal, pero los latinos, los llamados por ellos mismos ‘sudacas’, ‘indios’ y hasta ‘micos’ eran tremendamente gentiles. A lo lejos, vi a una figura medianamente familiar, salí corriendo y pregunté: ¿Es usted Mauro Silva? “Claro que soy yo amigo, ¿de qué país eres?... Te puedo dar una entrevista solo si caminas conmigo, porque tengo prisa…”. Y comenzó a hablarme, afirmando que los niveles de América y Europa están muy equiparados: “En talento quizá nosotros estamos mejor, pero sin duda su organización y poderío económico los hacen ver muy fuertes”. Sonríe y se despide. Mauro Silva, campeón del mundo con Brasil en 1994, me hizo olvidar el mal momento con Klinsmann.

Cuando ocurre esto último, es cuando me detengo a pensar: ¿Están nerviosos los europeos? ¿Por qué cuando ven que alguien se les acerca salen con groserías? ¿Por qué andan con asistentes a todos lados? No sé, pero algo les ocurre. ¿Será que los tiene preocupados el hecho que ahora entre varios, nos comemos una torta que antes era casi toda para ellos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario