lunes, 9 de agosto de 2010

El campeón se fajó... le faltó noquear


Faltó otra estocada para redondear la faena. Junior jugó un excelente primer tiempo y tuvo todo para consolidar el triunfo, pero no hubo acierto y definición en las jugadas de ataque.

Millonarios reaccionó en la segunda etapa con más ganas que fútbol y alcanzó a salvar el empate 1-1 en una jugada individual de Rafael Robayo.

Carlos Bacca le había puesto la banderilla a los Embajadores, a los 23 minutos de juego a través de un golazo, que fue el colofón de una limpia y técnica tocata.

El goleador, que sigue en la mira de varios clubes del exterior, se quitó de encima a los defensas centrales azules con una su finta y desde fuera del área clavó el gol que ilusionó a los hinchas del Junior con un triunfo.

Pero la ilusión de los aficionados se movía más allá de la anotación. Estaba basada en un juego colectivo, ordenado y de bloque. Junior era dueño del balón y de las opciones ante un Millonarios pobre en imaginación y ataque.

Vladimir Hernández escurrió hábilmente la marca de los volantes locales, puso a rotar el balón y se juntó con Cortés, Ruiz y Bacca.
Todo el equipo ostentaba una gran seguridad en el transporte del balón.

Bacca pudo anotar el segundo después de un taquito de la Pulga Hernández, pero su carabina no fue certera esta vez.

Rodríguez, que fue prácticamente un espectador en todo el primer tiempo, sólo se esforzó en una peligrosa media vuelta de Arrechea.
Junior desperdició varias jugadas de contraataque donde existía claridad para aumentar la cuenta.

En la etapa complementaria, El ingreso de Omar Vásquez y, sobre todo, de Robayo, empujaron a los anfitriones hacia adelante.

Seguían careciendo de ideas y desequilibrio, no generaban situaciones nítidas para vulnerar la portería del Peto, pero recuperaron el balón y empezaron a darle trabajo a la defensiva visitante.

Poco a poco, golpeados por los efectos de la altura, los jugadores del campeón fueron mermando su accionar.

Robayo, a los 83 minutos, con fuerza, determinación y atropellando todo lo que encontró a su paso (incluido Román Torres), conquistó la igualdad.

El campeón tuvo contra las cuerdas a Millonarios, pero le faltó noquearlo.

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