lunes, 2 de agosto de 2010

Falta ‘fantasma’ espantó el triunfo

Por Rafael Castillo Vizcaíno

Lo único malo del regreso del Junior al estadio Romelio Martínez fue el resultado. Ese abrazo con la nostalgia y los recuerdos merecía un lazo de tres puntos para la hinchada rojiblanca. El empate 1-1 no alcanza a borrar la alegría de volver al viejo escenario después de 24 años, pero deja un sinsabor cuando se aterriza en lo actual.

Los protagonistas eran Giovanni Hernández con su golazo de tiro libre (a los 3 minutos de juego), Carlos Rodríguez con sus atajadas y el Romelio con sus tribunas llenas de público como en los viejos tiempos. Pero Óscar Julián Ruiz, en ese afán de robarse el show y ser actor estelar que a veces le caracteriza, no se quería quedar atrás y terminó como villano de la película.

El árbitro sancionó una falta sobre Rodrigo Marangoni en el borde del área que nunca existió. Tanto así que el volante argentino alcanzó a rematar al arco antes de caerse solo. La ejecución de la infracción, por medio de Darío Bustos, significó el empate del Tolima, al minuto 28 del segundo tiempo.

Para colmo de males, Ruiz expulsa a Giovanni Hernández en medio de la celebración del cuadro Pijao. El 10, que ya había sido amonestado por reclamar al decretarse la falta, le volvió discutir a Ruiz su apreciación ‘fantasma’.

El considerado por muchos el mejor juez del país y que recientemente estuvo en el Mundial de Sudáfrica, le mostró otra amarilla a Giovanni, de inmediato la tarjeta roja y adiós triunfo.

Ruiz evidenció más su falla cuando intentó compensar señalando faltas inexistentes a favor de Junior y obviando otras para el Tolima.

Sí hubo falta... ¿Contra Rodrigo Marangoni? ¡No! Está claro que no. Jamás se dio. Sólo la vio Ruiz en todo el Romelio. Hubo falta de ritmo y contundencia del Junior para asegurar el partido con antelación y esquivar cualquier equivocación arbitral, que ya son pan de todos los días. El domingo pasado fue Albert Duarte, ayer fue Ruiz.

Más allá del error arbitral, Tolima fue más que Junior en buena parte del primer tiempo. Los rojiblancos después del gol se echaron atrás y les cedieron el dominio del esférico a los visitantes, que no habían empatado antes por la seguridad del Peto Rodríguez.

Hubo mucha imprecisión en el toque del balón. Parecía que se jugaba con el Jabulani. No se atinaba a poner un buen pase y a rematar a la portería de forma certera.
No se observaba el equipo demoledor y avasallante de otras tardes. Sucumbía ante la presión de los Pijaos.

En la etapa complementaria ajustó tuercas en la recuperación con el ingreso de Julián Barahona, pero seguía faltando la chispa, la profundidad y contundencia para garantizar el triunfo. Ni siquiera durante el espacio en que estuvo con un hombre de más por la expulsión de Mike Campaz. No se aprovechó esa circunstancia en la cancha. Tampoco se buscó rápido el revulsivo en el banco. El cuerpo técnico demoró la entrada de Vladimir Hernández y dejó sentado a Wílmer Parra Cadena.

Bacca tuvo un par de opciones, pero Silva las desvió con sus pies. Tolima ya no atacaba tanto como en la etapa inicial, pero con un 1-0 siempre existe el peligro latente de que en cualquier jugada aislada o en un yerro del árbitro, en este caso una falta ‘fantasma’, se espante la victoria.

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