lunes, 2 de agosto de 2010

Yo estuve ahí en el romelio

Por: Jimmy Cuadros Rojano
Allí estaba. Perplejo, nervioso, contento, nostálgico. Había dentro de mí una mezcla rara de emociones. Crecí escuchando a mi papá hablar de las grandes tardes de fútbol que se vivían en el Romelio Martínez, de las largas colas que se armaban desde temprano, de las enormes grabadoras amplificando la narración de Édgar Perea, de Armando el que vendía butifarras, de los pelaos que se volaban por la tribuna de sol, de la hermosa mujer que bailaba en La Barra Sabrosa.

Ese estadio tiene su magia, su encanto. Entrar allí es como visitar el museo de la gloria del Junior. Esa grama la pisaron los mejores jugadores del mundo. Allí jugó Pelé, Garrincha, Juan Ramón ‘La Bruja’ Verón, Alfredo Arango, Juan Carlos Delménico. Estuvo con el Dínamo el mejor arquero de la historia, Lev Yashin ‘La Araña Negra’.

Antes ya había entrado al Romelio a ver partidos del fútbol aficionado, del Barranquilla y del Junior en Copa Colombia. Pero ayer era distinto, era el regreso de los tiburones en un partido de primera división al escenario donde bordó sus dos primeras estrellas.

Todo fue raro, el ambiente no es el mismo que se percibe en el Metropolitano. Es más familiar, las tribunas son tertuliaderos de amigos que sólo se ven cada domingo. La butifarra huele y sabe mejor, la cerveza se ve más provocativa y espumosa. El sol brilla más.
Entré y las tribunas estaban llenas. Quise imaginarme a mi papá sentado en la tribuna de sombra mamando gallo con los amigos, tirándole el cuero de la butifarra al que pasaba. Miré fijamente cada tribuna, no salía del asombro. ¡Tanta magia tiene esta vieja mole de concreto!

Confieso que alcancé a derramar un par de lágrimas cuando el himno de Barranquilla sonó y vi ondear los pañuelos. Oh Barranquilla procera e inmortal, volvimos a la vieja casa, al Romelio.

El golazo de Giovanni Hernández y la paupérrima actuación del árbitro Óscar Julián Ruiz entrarán en la historia del papel, quizás no, pero mi primer partido profesional del Junior en ese estadio jamás se borrará de mi mente. Le diré a mis hijos y a mis nietos que vi un partido de Junior en el Romelio, como mi padre me lo contaba.

¡Gracias papá por hacerme hincha de Junior! ¡Gracias Junior por dejarme vivir lo que vivió mi viejo! ¡Gracias por tu magia Romelio!

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