domingo, 23 de mayo de 2010

El ‘Ringo’ Amaya lleva el tiburón en la sangre


Por: Harvey Daniel Valdés

Seis años continuos jugando con el Atlético Nacional han sido suficientes para querer cerrar un ciclo en su carrera futbolística y tener la ventaja de ser el nuevo dueño de su pase y considerar la posibilidad de jugar la próxima temporada con el Junior de Barranquilla, equipo que lo formó y lo dio a conocer como futbolista.

Así, sentado en el sofá y con la tranquilidad que lo caracteriza, lo dio a conocer el Ringo Amaya, barranquillero hasta los tuétanos, en su apartamento ubicado en la urbanización Laureles Campestre de Medellín, donde vive actualmente con su esposa y sus dos hijos.

El Ringo culminará este semestre con el Atlético Nacional y espera volver al Junior de Barranquilla. El volante barranquillero, quien quiere continuar su carrera futbolística en el equipo Tiburón, manifestó con abierta sinceridad y alegría que se descifra en su mirada, su deseo para que la estrella del actual torneo Apertura se inscriba en el escudo de su Junior del alma.

En muchos apartes de la conversación, continuamente trae a su mente el recuerdo de aquella final en el 2004, en la que le ganaron la estrella al Atlético Nacional en su estadio, el Atanasio Girardot, y que se ha convertido en un ícono especial de su carrera, así como el significado que guarda para los colombianos el famoso 5 – 0 contra Argentina, en aquel partido de eliminatoria con miras al mundial de 1994, en Estados Unidos.

Hablar con el Ringo significa hablar del Junior, de las mañanas soleadas del domingo barranquillero viendo un partido de fútbol en el Romelio Martínez, algunas veces y, otras, en el estadio Moderno.

Significa también recordar las comidas típicas de la región, los fritos que tanto le gustan, el suero, la comida que hacen su mamá, su suegra y, la que nunca le puede faltar, la de su abuela, quien siempre lo espera cada vez que viaja de vacaciones a Curramba.

Por eso cada vez que llega a su tierra se llena de todo lo que le ofrecen porque en la tierra paisa nada de eso ni se ve, ni se come. Entonces se vuelve una ‘máquina’ de absorción completa.

El hombre bueno y descomplicado que es en realidad este jugador de fútbol que se llama José Ringo Amaya, surge, se emociona y brilla de alegría, cual niño al que le acaban de regalar un juguete nuevo, al conjuro de un nombre: Junior de Barranquilla.

Sereno y con la seguridad que sólo da la experiencia, dice que “la gente cree que el futbolista la pasa siempre bien y eso no es así porque uno está sometido a muchas presiones tanto externas como internas, cada vez que hay cambio de técnico, como está pasando ahora, a uno le llega un poco la incertidumbre porque cada profesor llega con una idea diferente de juego, además hay que tener en cuenta algunos intereses que se manejan por debajo de cuerda.

También hay que ser de la aceptación del técnico, no basta con ser un buen futbolista. Me considero un jugador aguerrido, administrador de pelota, juego 95 minutos y me distingo por el liderazgo que ejerzo en el equipo y en mi posición”.

Todo comenzó con la ‘línea’ en el barrio.

En el barrio Paraíso de Barranquilla hizo sus primeras jugadas en las calles de pavimento caliente, jugando con una bola de trapo a la que no se le podía pegar muy duro, porque se reventaba y había que hacer la ‘vaca’ para comprar otra en el almacencito de la esquina.

Los marcos eran dos piedras, de esas que sobran cuando hay una construcción o de las que deja el arroyo después de un fuerte aguacero.

Los jugadores, cinco contra cinco, de la misma cuadra, pero cuando comenzaba el juego, eran desconocidos. Apostaban la gaseosa y en muchas ocasiones, terminaba refrescándose después del acalorado encuentro.

Con la mirada dirigida al horizonte, ligeramente emocionado dice que “al llegar al barrio juego ‘la línea’ en la calle. Jugamos la litro, ese juego de barrio que nunca se olvida, eso no se ve en ninguna otra parte, Quilla es Quilla”.

Los goles y los partidos en la cancha.

“Aunque mi trabajo en la cancha es recuperar la pelota y entregarla de una para armar una jugada, he anotado 13 goles, buena cifra para un volante de recuperación. Para mí, por ejemplo, el mejor partido que jugué fue la final Junior vs Nacional en diciembre en el Atanasio Girardot, cuando le ganamos el título.

Eso en realidad fue histórico, siempre lo llevo en mi mente, es algo que jamás se olvida”, reafirma, mientras se ocupa de calmar un poco las piruetas de Juan José, su hijo menor, y concluye que “en la cancha si a uno lo expulsan, que lo hagan por verdaderas causas y no por reclamar. Mi papá, Armando Ringo Amaya, ex jugador del Junior, es el crítico número uno. Cuando termino un partido es a la primera persona que llamo. Papi, ¿cómo me viste? Y lo que me diga, eso es”.

Comenta también que siempre se siente tranquilo cuando termina sus partidos, sabe cuando juega bien o mal, por eso no escucha radio ni ve televisión. Señala que hay críticas injustas que a veces le bajan mucho el ánimo.

La convicción la conserva, aún por fuera del campo cuando dice que “el juego desde afuera se ve muy fácil, se ven los espacios, pero en la cancha uno tiene fracciones de segundo para hacer la jugada. Antes de recibir el balón ya tienes que saber a quién se lo vas a tocar, tener marcada la jugada en la cabeza y anticipar los cambios”.

Nacional Vs Junior

Se muestra sincero y muy agradecido con la institución nacionalista que le ha brindado estabilidad por estos seis años consecutivos, pero que su mirada, sus ganas están puestas en el Junior, porque siempre será su equipo en cualquier lugar.

“Qué bueno sería quedar campeón con Junior de nuevo, con el equipo de tu tierra, tener de nuevo a tus compañeros y jugar en el Metropolitano, que no es cualquier cosa, además me llama ese amor a la tierra, a la familia, Barranquilla es lo más rico que puede haber, Barranquilla es Barranquilla, lo demás es loma”, afirma con esa alegría Caribe inyectada en la sangre.

“Quiero ese ambiente, compartir con los amigos, sentarme en la puerta de mi casa en una mecedora, sentir el calor y la brisa Caribe, es una sensación y momentos inigualables, indescriptibles”, sentencia.

¿Qué olor lo devuelve a la infancia?

Cuando llueve poco y se levanta ese olor a la arena mojada, porque me recuerda mis tiempos cuando jugaba trompo y bolita uñita en el barrio Paraíso.

¿Cuál es la mejor película que ha visto?

Cicatrices, película cristiana que retrata los ires y venires del matrimonio.

¿Cuál ha sido el ‘look’ más radical de su vida?

Siempre he sido muy tranquilo, nunca me he salido de la línea, nunca he hecho nada de eso que lleguen a decir que el Ringo está loco.

¿Cuál es el invento de esta época que lo deslumbra?

El celular, porque se comunica uno en fracción de segundos con sus seres queridos, eso impresiona.

¿Cuál ha sido la hazaña deportiva que te ha conmovido?

Los títulos con Junior en 2004 y Nacional en 2007.

¿Qué música buscas por instinto?

Soy crossover, merengue, vallenato y una que otra champeta me gusta. También la música cristiana.

¿Eres bailarín?

Como todo barranquillero, yo le digo a los paisas que les falta mucho para parecerse a nosotros, que son muy quedados para el baile.

¿Cómo supo que había llegado la mujer de su vida?

Por instinto. Es una mujer muy calmada, muy linda, muy de su casa.

¿Cuál fue su último motivo de celebración?

El cumpleaños de mis hijos, disfrutar esos momentos con ellos.

Si alguno de sus hijos quiere ser futbolista, ¿qué harías?

El fútbol es muy difícil, hay mucha presión y estrés, quiero que ellos estudien y sean profesionales, pero si alguno de los dos quiere serlo los apoyaré a muerte.

¿Cómo educa a sus hijos?

Hay que tratarlos como las cometas, soltarlos un poco y saber cuándo apretar.

Un epitafio para su tumba.

Aquí descansa un hombre tranquilo que le jugó bien a la vida.

Mientras el Ringo Amaya termina este semestre con el Atlético Nacional, su corazón y sus ganas están en Junior, equipo que quiere que sea el campeón en este primer semestre de 2010 porque lo considera un buen onceno con una buena nómina.

Él desechó una opción que tenía para ir al Deportivo Pereira porque espera la propuesta de los directivos del Club Tiburón, situando al equipo barranquillero en la primera opción para continuar su carrera deportiva.

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