martes, 25 de mayo de 2010

En Carrizal hay una cueva de Tiburones


Por Jennifer Cabana

En las entrañas del barrio Carrizal reposa un verdadero emblema Juniorista que haría orgulloso a cualquier miembro del equipo Tiburón. La persona que transite por la carrera 2F No. 49-186, sea hincha o no, inevitablemente enfoca su atención hacia una casa cuyos colores y símbolos ‘hablan por si mismos’.

Desde hace seis años, de los 26 que lleva levantada la humilde vivienda, sus paredes externas relucen el blanco, rojo y azul característicos del equipo barranquillero. Las ventanas y la puerta, trabajadas en hierro a la perfección, exhiben tres escudos; cada uno acompañado por dos tiburones, como para que nadie ponga en tela de juicio la pasión que sienten los que residen en este hogar.

Duvis Cervantes junto a su esposo Alberto Orozco son los dueños de lo que podría considerarse una segunda sede del equipo rojiblanco. “Luego de un consenso familiar y a un mes de iniciarse la Copa Mustang II del 2004, decidimos hacer el cambio. Ese año Junior obtuvo el título ante el Nacional, en la final celebrada en Medellín”, recuerda Karen, de 27 años, hija mayor de la pareja.

Mientras hacía la puerta y las ventanas de la casa, Alberto, quien es soldador, preguntó a su esposa si tenía algún diseño particular en mente. “Le sugerí algo representativo a nuestro equipo del alma” relata Duvis sonriendo. Una semana después finalizó esta labor que fue complementada por el trabajo de pintura que Karen, su esposo y dos hermanas realizaron en un día.

Amor viejo. La pasión por el equipo cobró vida cuando Duvis, de 44 años, se fue de su casa a los 16 para formar una vida al lado de Alberto. Ese año presenció en el estadio Romelio Martínez su primer partido juniorista junto a la barra de Corea que en aquel entonces era igual de conocida como el actual Frente Rojiblanco.

De ahí en adelante sus hijas y tres nietos apoyan efusivamente al equipo currambero. Tanto que hasta han dejado de comprar el mercado por invertir la plata en boletería. “En una ocasión nos fuimos sin comer al Metropolitano, pero Junior ganó. Mi mamá nos dio comida, así que nos acostamos con la barriga llena y el corazón contento por la gloria del equipo”.

El partido del domingo pasado causó subidas de presión y hasta jaquecas en Duvis y su esposo, pero al concretar un puesto en el gran final de la Liga de fútbol colombiano, dos ‘picó’ (uno con el Che Guevara portando los colores del equipo) fueron colocados en la terraza para empezar la celebración que continuará hasta el próximo 2 de junio. “Vamos por la sexta estrella. Pase lo que pase seguiremos apoyando a Junior”, aseguró la familia apasionada.

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